jueves, 16 de agosto de 2007

Organismos evaluadores y certificadores que aplican sus lineamientos e indicadores a la Educación preescolar.







Para este análisis se retoman principalmente dos organismos: Programa Escuelas de Calidad en Preescolar y CENEVAL, que aplica a través de sus procesos de selectividad y acreditación algunas de las Recomendaciones de la 45° Conferencia Internacional de Educación de la UNESCO (1996, Ginebra, Suiza), especialmente respecto a la situación del personal docente, su rol, las funciones y el lugar que ocupan en la Escuela y en el medio sociocultural.

Entre las Recomendaciones que la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) plantea, se pueden mencionar:

Recomendación 1
Contratación de docentes: atraer a la docencia a los jóvenes más competentes.

Recomendación 2
Formación inicial: mejorar la articulación de la formación inicial con las exigencias de una actividad profesional innovadora.

Recomendación 3
Formación en el servicio: derecho, pero también obligación de todo el personal educativo.

Recomendación 4
Participación de los docentes y otros agentes en el proceso de transformación de la educación. Autonomía y responsabilidad.

Recomendación 5
Los docentes y los actores asociados en el proceso educativo. La educación, responsabilidad de todos.

Recomendación 6
Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Al servicio del mejoramiento de la calidad de la educación para todos.

Recomendación 7
La promoción del profesionalismo, como estrategia para mejorar la situación y las condiciones de trabajo de los docentes.

Recomendación 8
Solidaridad con los docentes que trabajan en situaciones difíciles.

Recomendación 9
La cooperación regional e internacional: un instrumento para promover la movilidad y la competencia de los docentes.

Cuando el Sistema Educativo Nacional cae en la cuenta de que estas recomendaciones están muy lejos de la realidad, implementa la posibilidad de que el docente en servicio se acredite a través del Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior (CENEVAL), tal es el caso del nivel preescolar: “La Secretaría de Educación Pública ofrece la oportunidad de obtener el grado de Licenciatura a quienes han acumulado una experiencia mínima de tres años frente a grupo de preescolar, si demuestran contar con conocimientos, habilidades y destrezas correspondientes, a través de una evaluación aplicada por Ceneval” (http://www.sep.gob.mx/ ).



Esta es una acción que implica un “esfuerzo” por compensar las grandes carencias existentes en la formación inicial del docente, y aún más, en el sistema escolar privado representa, a mi punto de vista, sólo la simulación de hacer creer que existe una gran exigencia de calidad en el servicio que se imparte a la sociedad, respaldado por supuesto por un sistema Oficial paternalista que pretende “remediar” antes que “prevenir”. En todo caso, si el docente realiza su examen de acreditación y logra alcanzar el puntaje mínimo requerido para obtener el grado de Licenciatura, ¿qué pasa?, finalmente, en la realidad de sus prácticas y en su situación personal, ¡no pasa absolutamente nada!, en el sistema privado, los dueños de las Escuelas no están dispuestos a pagarles un examen así al personal técnico que contratan, aún cuando sea para “elevar la calidad” del servicio que brindan, y el personal que ahí labora, tampoco está interesado en “acreditarse” para dicho fin, ya que el sueldo que reciben no correspondería al titulo que pretenderían sustentar.







Por otro lado, no es que los jóvenes que se inclinan por la docencia sean los menos competentes, sino que, el sistema en el que tienen que desarrollar sus habilidades, aptitudes, destrezas, etc., no posibilita un crecimiento y desarrollo de esas competencias iniciales con las que llegan al servicio: los recursos materiales son mínimos, la saturación de los grupos no permite que se brinde un adecuada enseñanza, la educación se empieza a homogeneizar por las exigencias administrativas y tecnocráticas que exigen siempre resultados “objetivos”, los cuales, se tienen que traducir en evaluaciones indiscriminadas sobre aquellos aspectos que se “cree” son prioritarios para el Estado y sus intereses capitalistas. El docente, en este proceso socializante de la práctica va perdiendo su propia identidad personal y profesional, para convertirse en un servidor burocrático que únicamente tiene que “ejecutar” programas “innovadores” y que muchas veces ni siquiera tiene la posibilidad de conocer y menos de pensar de dónde vienen o quién los realiza, y para qué son. Y lamentablemente, esta historia es la que se enseña en las aulas, lo que viven los niños con sus maestros, lo que aprenden de su vida, sus propias incapacidades y frustraciones, ¿es lo que estamos enseñando?.

La UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) pone especial énfasis en la posibilidad de vincular la formación inicial del docente con lo que se supone que va a enseñar, también al fortalecimiento y dominio de los conocimientos que el docente ha de “transmitir”, con los métodos de enseñanza y estrategias pedagógicas, y se hace especial énfasis en la formación para la enseñanza de la lectura, escritura y matemáticas, la formación para clases de grados múltiples y multiculturales. También en la capacidad de transmitir la cultura, rechazar la violencia y la intolerancia respondiendo a las necesidades de los grupos étnicos y de las personas que necesitan una educación especial o en situaciones de extremada pobreza.





Desde la Educación Preescolar se exige un especial interés por la enseñanza de la lengua escrita y las matemáticas, descuidando aspectos esenciales de desarrollo para el ser humano como pueden ser la expresión artística y el aspecto afectivo del desarrollo humano, sí, aquel campo de conocimiento y aprendizaje que fomenta en el niño el desarrollo de su capacidad creadora, de su sentido crítico, de su sensibilidad humana, a eso, desde pequeños tenemos que darle una importancia mínima. Ahora bien, del docente se espera que a través de su “instrucción” resuelva los grandes problemas sociales (de aprendizaje, desarrollo, conocimiento, etc.) de sus alumnos así como del contexto al que se enfrenta, sin embargo, se pierde de vista el proceso de reproducción cultural con el que hemos sido formados, esto es, ¿cómo enseñar algo que no hemos experimentado en sí mismos?, ¿Cómo pretender depositar en la débil formación docente la responsabilidad de un Plan Nacional de Desarrollo?, no pretendo decir, que a través de la educación no sería posible el desarrollo de una Nación, pero, este, no es el único camino, más bien es una cuestión sistémica y que involucra especialmente a la vida política del país. Tal parece que estamos ante un doble discurso, aquel que exige desde “afuera” lo que debemos hacer para elevar la calidad de la educación que impartimos y desarrollarnos como país, y aquel que, viniendo desde el mismo lugar, imposibilita las oportunidades para lograr lo que se discursa, por supuesto, bajo el propio consenso de quienes nos gobiernan.

Esta situación se detecta socialmente: “la educación en México no refleja en sus resultados la enorme inversión que año con año se destina al sector” (Vértigo, 2007:16), se menciona así mismo que los logros observados se refieren a la cobertura casi total tanto en primaria como en preescolar, un logro cuantitativo pero que no garantiza el aspecto cualitativo; esta situación parece fácil cuestionarla desde fuera de las aulas, cuando no se es protagonista cotidianamente de los procesos y resultados “tan esperados” por una sociedad, aparentemente se habla de grandes cantidades en el aspecto económico para la educación, cantidades que no se ven reflejadas en mayores recursos humanos para la atención a la enorme demanda escolar, que no se ven reflejados en mejores salarios para el docente que continuamente trata de actualizarse con sus propios medios y que se le obliga a buscar otros empleos para satisfacer sus necesidades económicas y las de su familia descuidando así mismo, aquellas actividades de planeación y previsión de recursos que le permitieran mejorar la calidad de la enseñanza que imparte y tampoco estas cantidades se ven reflejadas en el mejoramiento y ampliación de la infraestructura escolar, observando escuelas que reciben a los niños en las condiciones más deplorables, ¿realmente creemos que así se puede elevar la calidad de los procesos?, ¿que los niños podrán aprender algo cuando en lo que están pensando es en comer o en las peleas en casa por la cuestión económica (principalmente)?, ¿creemos que el maestro realmente está contento con su trabajo cuando es objeto de control y explotación tanto del Estado como de su propio sindicato?, yo creo que poco hemos podido lograr bajo estas condiciones y muchas otras que están ligadas a otros sectores diferentes al educativo pero que también tienen que ver con las políticas y la corrupción imperantes en este país.


Aún con este breve análisis, los ministros de Educación reunidos durante la 45° reunión de la Conferencia Internacional de educación argumentan:
Nos declaramos decididos a:
1. fomentar la participación activa de los docentes y del conjunto de actores asociados a la educación al proceso de cambio de los sistemas educativos con arreglo a las formas de concertación y coordinación adecuadas a los diferentes contextos socioeconómicos, políticos y culturales de sus sociedades;
2. elaborar y poner en práctica políticas integradas que tiendan a atraer y mantener en la profesión docente a hombres y mujeres motivados y competentes; reformar la formación inicial y en el empleo para ponerlas al servicio de los nuevos desafíos de la educación; adoptar medidas que favorezcan la innovación educativa; reforzar la autonomía profesional y el sentido de responsabilidad de los docentes y mejorar su situación y sus condiciones de trabajo;
3. concebir estas políticas integradas en el marco de estrategias destinadas a garantizar la pertinencia y la equidad en el acceso a una educación de calidad, promover el aprendizaje permanente y hacer de la escuela uno de los instrumentos fundamentales de la cohesión social y la formación para los valores democráticos y la cultura de paz;
4. fomentar, en los ámbitos nacional, regional e Internacional, todas las formas de apoyo a los docentes, en especial a los que trabajan en situaciones difíciles como son las de extrema pobreza, conflictos armados o exclusión social, o en zonas remotas;
5. estimular la movilización de todos los copartícipes, como los docentes y sus organizaciones, los propios educandos, las autoridades morales y espirituales, la familia, las empresas, los medios de comunicación, los intelectuales, artistas y científicos, para que contribuyan activamente al surgimiento de una escuela concebida como centro activo de aprendizaje intelectual, moral, espiritual, cívico y profesional, adaptado de modo permanente a un mundo que se transforma;
6. en nuestra acción nos inspiraremos en las Recomendaciones que acompañan esta Declaración, que adoptamos en Ginebra, este 5 de octubre de 1996, Día Internacional de los Docentes. (unesdoc.unesco.org/images/0010/001016/101661so.pdf )
El Plan Nacional de Desarrollo (2001-2006) coloca a la Educación cómo el gran proyecto Nacional, en éste se reconoce la situación actual de país, considerando como uno de sus retos “brindar a las personas un mejor horizonte de participación en el sistema productivo, reforzar su comprensión de la realidad, y apoyar sus formas de colaboración en la vida social y cultural.” En este Plan también se considera que “la educación es insustituible para forjar hábitos de conducta, actitudes y valores apropiados a los proyectos de desarrollo socialmente compartidos” (PNE, 2001-2006:24).
“Las reformas educativas deben llegar a la escuela y al salón de clases y en consecuencia, el docente es el factor clave del proceso de transformación educacional” (45ª Conferencia Internacional de Educación. UNESCO, 1996). El análisis de la labor del docente pone de manifiesto la enorme complejidad de los problemas educativos a los que se enfrenta, desde la comprensión e interpretación de su lugar dentro de un microsistema social, económico y político, hasta los de índole didáctico en cuanto al proceso de enseñanza-aprendizaje, así como la necesidad de responder a las exigencias de una sociedad que tiene como referente a los países desarrollados, cargando con una cultura que no le permite cubrir esas expectativas políticas.


Programa Escuelas de Calidad

Es una iniciativa del Gobierno Federal cuyo propósito es fortalecer y articular los programas federales, estatales y municipales orientados a transformar la organización y el funcionamiento de las escuelas, a través de apoyar las acciones que la comunidad de cada centro escolar decida para mejorar la calidad del servicio, y de institucionalizar la cultura y el ejercicio de la planeación y la evaluación. Es decir, incorporar en las escuelas un modelo de autogestión basado en ocho principios básicos:

 Libertad en la toma de decisiones
 Liderazgo compartido
 Trabajo en equipo
 Prácticas docentes flexibles acordes a la diversidad de los educandos
 Planeación participativa
 Evaluación para la mejora continua
 Participación social responsable
 Rendición de cuentas
(http://www.conapo.gob.mx/)

Una Escuela de Calidad es aquella que...
Cuenta con una comunidad educativa integrada y comprometida que comparte una visión y propósito comunes para la escuela.
Asume de manera colectiva la responsabilidad por los resultados del aprendizaje de todos sus alumnos. (equidad interna)
Se compromete con el mejoramiento continuo del aprovechamiento escolar. (diverso punto de partida)
Garantiza que los educandos adquieran los conocimientos y desarrollen las habilidades, actitudes y valores necesarios para alcanzar una vida personal y familiar plena, ejercer una ciudadanía competente, activa y comprometida, participar en el trabajo productivo y continuar aprendiendo a lo largo de la vida.
(http://basica.sep.gob.mx/dgdgie/cva/programas/escuelasdecalidad/pub/quees/perfil.html
Ahora bien, ante la panorámica del objetivo del programa Escuelas de Calidad, nos encontramos que, en la realidad sólo representan la posibilidad de “legitimar” cierto nivel de calidad ante la sociedad y el mundo ya que, sus acciones están centradas en el cumplimiento administrativo de un proyecto que no está respaldado por un trabajo colegiado como el mismo programa lo propone, sin embargo estos aspectos no interesan en el momento de revisar el proyecto solicitado y que representa la “oportunidad” de entrar al Programa Escuelas de Calidad, de lo contrario, la escuela no recibe los recursos financieros, entonces, ¿realmente cuál es la diferencia en términos de calidad del servicio que proporcionan, entre una escuela que está dentro del programa y otra que no lo está?, ¿de qué sirve que la escuela tenga el dinero para comprar computadoras si no hay quien imparta esos conocimientos?, ¿de qué sirve que el personal docente asista a cursos (por cierto, de no muy buen agrado), si las prácticas continúan rayando en lo tradicional?, ¿porqué sólo unas pocas son de “calidad” si todas pertenecemos al mismo Sistema que es responsable de la Educación que se imparte a la sociedad?, y finalmente, en la Educación preescolar, a través de este Programa, no hay manera de realmente medir el nivel de calidad, a menos que se considere el único aspecto que hasta ahora se ha mencionado políticamente:

México encabeza la lista de los nueve países en desarrollo más poblados del mundo con el mayor índice de niños de más de tres años que cursan la educación preescolar, al sumar 76% de su población infantil, indicó la UNESCO.
Un reporte de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) señaló que la cifra sitúa a México por encima del promedio del resto de naciones del E-9, que agrupa a los nueve países en desarrollo más poblados del mundo.
El informe "Atención y Educación de la Primera Infancia en los países del E-9: Estado y perspectivas" indicó que aunque en esas naciones hay una clara conciencia de la importancia que reviste la educación preescolar, eso no llega a plasmarse en acciones concretas.
"A pesar de la enorme demanda, la atención y educación de la primera infancia sigue siendo un privilegio para los niños de la mayoría de los nueve países muy poblados del planeta", afirmó el reporte.
La mejora de la atención y educación de la primera infancia, en especial para niños que están en circunstancias más desfavorecidas, fue uno de los seis objetivos que se fijaron más de 160 países en el Foro Mundial sobre la Educación, realizado en Senegal en 2000.
Aunque ese foro no fijó cifras precisas, instó a los gobiernos a que amplíen el acceso a los servicios de atención y educación de la primera infancia, para que "mejoren su calidad y velen por que sean dispensados de manera equitativa", señaló el comunicado de la UNESCO.
Para los autores del informe sobre la educación preescolar en los países del E-9, "es muy probable que la falta de equidad en el acceso a esa educación y en la manera en que se imparte sigan planteando problemas". (El Universal, 2004)

Precisamente nos enfrentamos a la problemática de una cobertura casi total a pesar de las ineficientes condiciones en la que ésta se da, en cuestión de infraestructura y recursos humanos, y en la calidad del servicio, ni se hable. Lamentablemente con grupos tan numerosos, espacios reducidos, material insuficiente, tecnología casi inexistente y la falta de un sistema más riguroso de capacitación y actualización profesional, el docente casi no puede hacer nada en función de los objetivos del programa curricular.

Si a esta situación le agregamos los múltiples problemas que existen en el nivel político entre el Gobierno y el Sindicato Nacional de Trabajadores al Servicio de la Educación (SNTE), podremos apreciar que lo último que realmente importa es brindar una Educación de Calidad, independientemente del programa implementado para dicho fin. Para cerrar este análisis cito parte de un trabajo denominado “Para dialogar y plantear alternativas al Programa Nacional de Educación a partir de una reflexión filosófica”, publicada por Luis Armando Aguilar, Dr. en Filosofía de la Universidad de Guadalajara:
Tanto el Plan Nacional de Desarrollo (PND) como el Programa Nacional de Educación (PNE) muestran dificultades de fondo en lo que respecta al proyecto de nación que se desprende de sus planteamientos. No es difícil advertir que, por una parte, en el discurso de ambos documentos los aspectos económicos están en el centro, por encima los que implica el desarrollo del país considerado en todas sus dimensiones, así como la especificidad de lo educativo. Los aspectos sociales y el humanismo latente en ellos se diluyen en el conjunto de sus orientaciones. Para que sirviera como legítimo sustento del México que todos queremos, el proyecto de nación esbozado en ambos documentos tendría que estar sustentado en argumentos consistentes, tanto desde el punto de vista ético, como del de una Filosofía de la Sociedad, del Estado y de la Educación. Consistente quiere decir aquí racionales y razonables, susceptibles de ser sometidos a la crítica y la argumentación y de justificarse públicamente. Esto significa que, más que hacer uso de consignas que legitimen una intención, sería necesario la inclusión explícita de una posición que, fundada en el principio de subsidiariedad, dejara mucho más campo de decisión a los Estados, las comunidades y los padres de familia. Es evidente, por lo demás, que, a la luz de nuestra historia, un programa nacional de educación capaz de impulsar acciones constructivas y efectivas en todos los actores sociales tiene que buscar los mecanismos que desactiven los graves problemas generados por el Sindicato Nacional de Trabajadores de Educación, devolviendo credibilidad y sentido a esta institución. (Aguilar Sahagún, aguilar@iteso.mx ).





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